Laura Martín Díez

Cementerio de Paterna

PEDRO SIMÓN LLORENTE (Bisabuelo).
Fusilado el 18 de enero de 1941. Fosa 113.
Dejó viuda, dos hijas y un hijo.

Mi familia y yo somos de un pueblo pequeño de Burgos que se llama Palacios de la Sierra. Mi bisabuela Verónica era una mujer de carácter y muy trabajadora. Ella sólo sabía que el marido había estado preso y luego fusilado en Valencia. Le hicieron un juicio por ser mujer de un represaliado, le pusieron una multa de 5.000 pesetas y le quisieron quitar las propiedades, pero ella amañó con un vecino una venta anterior y así pudo conservarlas. Sufrían saqueos constantes en casa incluso venían de otros pueblos y los niños iban a la casa y les insultaban: “rojos, rojos”. Su hija Solidaridad tuvo que cambiarse el nombre por el de Soledad. Todo esto tardé años en saberlo.

En su lecho de muerte, el cura le preguntó si perdonaba a los que mataron a su marido y ella se negó. Así que el cura no la quiso enterrar.  

Un día vino un historiador que presentaba un libro sobre los represaliados en Burgos a hablar con mi abuela y ella lo echó de casa. Yo fui a la presentación y me compré el libro y así empecé a conocer la historia de mi bisabuelo. Intenté hablar con mi abuela, pero ella me pidió que no buscara nada, que llevaba toda la vida intentando olvidarlo. 

 Yo creo que un trauma no se puede curar si no lo hablas y lo tratas. En sus últimos días estando en el hospital la abuela tenía pesadillas en las que iban los guardias a su casa. Empecé a buscarlo un año después de que ella muriera, tenía a toda la familia en contra, pero necesitaba saber. ¿Cómo puede ser que mi bisabuelo estuviera en la wikipedia y en un libro y en cambio yo no supiera nada de él? Me puse en contacto con la Asociación de la Memoria Histórica de Valencia y tuve la suerte de encontrar a Miguel Mezquida de Arqueoantro y con él a la Asociación de la fosa 113, donde está mi bisabuelo. Entonces alguien en mi familia me dijo que antes de exhumar al bisabuelo igual habría que buscar a la bisabuela. Fue una vecina del pueblo la que me contó que la habían enterrado los propios vecinos a escondidas junto a la tapia del cementerio. Así que exhumamos a los dos casi al mismo tiempo, a uno aquí en Paterna y a la otra, en Palacios de la Sierra.  

 Como fue un proceso lento, de años, pude ir convenciendo a mi familia de a poquitos. Pudimos enterrarlos finalmente en el pueblo a los dos juntos con uno de sus hijos. Quise hacer un homenaje a todas las víctimas y represaliados del franquismo en el pueblo y hasta el último momento todo fueron problemas con el Ayuntamiento y con alguna gente del pueblo.  

Todo esto empezó como una cosa de familia, pero se ha convertido en algo social. Yo pensé que los entierras y ya, pero no. Hasta que el estado no anule los juicios sumarísimos, pida perdón y reconozca todas atrocidades cometidas, seguirá faltando una parte imprescindible en este proceso de duelo y curación.

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