Guardianas de la memoria

A mi abuela María Valero le avisaron de que fusilaban a su marido y se vino de Silla andando con las dos niñas. A las siete de la tarde escuchó los disparos y llegó a tiempo de ver cómo llevaban el cuerpo en el carro por el Camino de la Sangre. 

Yo tomé conciencia de todo esto en 1978, tenía 14 años y acompañé a mi abuela al cementerio en Todos los Santos. Cuando le preguntaba a mi abuela, ella no me contestaba y lloraba... en su cara se veía dolor.

Años después, pedimos el sumario y eso fue un horror, constatar que lo fusilaron solo por defender la libertad. Me conciencié un poco más de la necesidad de guardar la memoria y seguí viniendo en Todos los Santos y el día de la República después. Mi madre y mi abuela nunca pensaron que se podría exhumar la fosa. Haberlo hecho es una manera de dignificar su cuerpo, algo de dolor se fue en ese momento. Ahora mis abuelos podrán estar juntos.

Tengo dos hijas de 17 y 20 años , ellas se interesaron por todo esto y quisieron conocer la verdad y acompañarme en este proceso.