Guardianas de la memoria

Yo no conocí a mi padre, apenas tenía dos años cuando lo fusilaron en Gandía. Me contaron que mi madre fue corriendo al cementerio y los guardas le dieron un golpe con la culata del rifle en el hombro. Con ese dolor estuvo toda la vida. Al llegar a casa en el dintel de la puerta le habían puesto una rata muerta.  

En el pueblo las beatas se burlaban de mi “la filla del roig” me decían y yo les contestaba ¿que mon pare tenia coloret a la cara?. Cuando iba con mis amigas al cementerio, yo veía la lomita de la fosa común y me pensaba con alegría que mi padre estaba allí, porque de él apenas me hablaba nadie. Me acuerdo de un fraile que vivía cerca de nuestra casa y que le gustaba mucho beber, se ponía en la valla de casa y le decía mi madre “Cándida jo no tinc la culpa de que hajan mort al teu home". Mi madre callaba, hasta que un día el fraile entró en casa y mi madre le contestó “No és veritat açò. Vosté té tota la culpa. Si vosté no l´haguera volgut, no l´haurien afussellat” 

A mi marido Vicente lo conocí porque yo iba coser a casa de su tía. Se asomó y dijo con esta chica me tengo que casar. Yo sabía que él también era hijo de fusilado, que a su padre lo mataron en Paterna. Él había sufrido mucho porque su madre tuvo que dejarle a él y a su hermano en una institución durante seis años “por hijo de rojo”. Como sabíamos que los dos no teníamos padre y habíamos vivido las mismas circunstancias teníamos un punto en común muy fuerte. Esto nos atraía. Estuvimos ocho meses de novios y ya llevamos 62 años casados.  

No queremos exhumar las fosas porque ya no queda nada de ellos allí y es remover mucho dolor. Hace dos años fui con unas amigas al cementerio y una me dijo que si mi padre estaba en una fosa y lo habían fusilado sería porque algo habría hecho. Me dio mucho coraje, pero me callé.

(Amparo Maldonado falleció el 25 de diciembre de 2023, RIP, sus hijas leen el testimonio)